martes, agosto 10, 2004

Mercadotecnia Política

LLevo unos días dándole vueltas a unas frases del tristemente famoso Hermann Goering, Jefe de la Fuerza Aérea de la Alemania Nazi, pronunciadas ante el Tribunal de Nuremberg: "La gente, por supuesto, no quiere ir a la guerra (...). Todo lo que tienes que hacer es decirles que están siendo atacados y denunciar a los pacifistas por su falta de patriotismo y por poner en peligro al país. Funciona de igual forma en cualquier país."

Me resulta sorprendente la capacidad de adaptación de las mismas a diversas situaciones y temáticas. Tal vez la explicación se halle en que nos encontramos ante uno de los principios (o herramientas) básicos de la mercadotecnia política (artes de convicción). Lástima que no pueda conocer la opinión al respecto de los viejos Sofistas.

No sólo pienso en las últimas guerras, sino incluso en simples disputas políticas o sociales. Me es indiferente el estrato internacional, nacional, local, grupal o, incluso, individual en el que se decida plantear la cuestión. Cuando se pretende un lucro (social, político o económico) los responsables no dudan en acusar a los opositores (comúnmente pacifistas, proteccionistas ambientales o culturales,....) de su falta de andalucismo, castellanismo, vasquismo, murcianismo,.... identidad grupal,...... y de impedir el futuro de esa entidad que se "afirma" defender, además de camuflar sus intereses (y actuación) bajo un supuesto ataque (o desprecio) de los demás (esos seres ajenos a la entidad).

Demasiadas veces he visto llenarse la boca a nuestros políticos con estas palabras para defender los ocultos intereses propios y de sus amigos, sin controlar en modo alguno su linchamiento a los opositores. Las más de las veces, por no decir todas, -y la historia lo corrobora- quien realmente ha salido perdiendo ha sido esa entidad (pueblo, región, estado, nacionalidad, grupo,......). Lamentablemente, los "lucrados" escaparon ocultamente victoriosos.

Como me niego a la resignación sigo confiando en el arma que me promete la solución a todos los males de nuestro mundo: el arma de la cultura.