miércoles, mayo 26, 2004

El Jardín de los Arquitectos (última parte)

En el año 1.996 un grupo de arquitectos internacionales hicieron realidad el Copenhague Architecture Park. Los arquitectos fueron llamados para realizar una intervención en un paisaje (un parque público) a fin de reinterpretar el concepto de casa colonial con jardín. Algo parecido sucedió en Ceutí (Murcia) cuando el Ayuntamiento optó por convertir la población en un museo al aire libre de esculturas. Con la puesta en marcha de ambos proyectos se procedió a la creación de un nuevo bien cultural capaz de atraer la atención de los ciudadanos-turistas.

Indudablemente el ánimo de la visita irá guiado por una inquietud cultural muy próxima a la de los impulsores de los proyectos. Sin embargo, tal acto cultural habrá servido para llamar la atención de potenciales turistas con los que hacer rentable económicamente la inversión cultural.

La creación de centros de atención -ajenos a los cascos antiguos de las ciudades- para residentes y turistas se hace realidad con una decisión cultural que tendrá indudables beneficios artísticos y económicos.

La cultura escapa a los límites de la libertad de mercado razón por la cual -y aunque me cueste manifestarlo por mi natural desconfianza de lo público- resulta imprescindible una intervención pública de forma activa. Los ejemplos puestos de manifiesto denotan que es posible obtener una rentabilidad económica respetuosa con la creación artística.

1 Comentarios:

Blogger mmp said...

Si no recuerdo mal, hace un par de semanas vi en uno de los documentales de la imprescindible "cuadernos de paso" (TVE-2, domingos noche), como en un pueblo de la serranía de Ronda tuvieron la idea de hace una especie de encuentro internacional de escultores, usando el pueblo como taller-escenario de las obras. La aceptación ha sido muy grande, y el pueblo (no recuerdo cual) se ha convertido en un museo él mismo. Y por lo visto los vecinos "adoptan" las obras, cuando resulta que las colocan en sus puertas, paredes o plazas más cercanas, limpiándolas y haciendo de guías improvisados a los visitantes que se dejan caer por allí.
Cultura viva, vamos. Y la serranía de Ronda, el entorno perfecto.

30 de mayo de 2004, 23:57  

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